Parado frente a Gastón Pauls, en la última toma de la película, paradójicamente el último plano que filmamos es el último plano de Brisas Heladas, la última imagen que se verá en la pantalla. 25 de julio en el edificio de la Biblioteca Vigil transformado en el despacho de un detective o un fiscal. La escenografía remite a cine en estado puro, a esas oficinas en donde el supuesto culpable es interrogado por aquella persona que aparenta saber más de lo que dice pero que a su vez tiene una complicidad -no dicha- con el acusado/a.
Ultimo día, y el equipo se abraza, como un ritual, cada vez que esto sucede. Con algunos, estos abrazos ya son recurrentes, con otros los iniciamos ahí, pero tanto en unos como en otros podemos adivinar en cada rostro que la hemos pasado muy bien. El sabor del trabajo cumplido con creces transforma a esos abrazos entre viejos conocidos en un gran desahogo, en sonrisas que dicen: una más… y nos esperan otras tantas. Y los abrazos con los nuevos nos invitan a volver a encontrarnos en un futuro no muy lejano para decir también: una más.
Nos cruzamos con Gastón Pauls poco antes del rodaje, ya nos habíamos visto alguna vez en esos lugares en donde nos invitan a los directores y actores para que mostremos nuestras películas y que hablemos con la gente. Unos cuantos años atrás compartimos un largo fin de semana en Puerto Madryn entre cine y ballenas. Y hace unos meses volvimos a coincidir en Rosario por un proyecto en el que estamos trabajando juntos y que posiblemente sea una nueva película que transitaremos el año que viene. A partir de esto le propuse el rol de El Detective en Brisas Heladas, un papel distinto al que estamos acostumbrados a verlo a Gastón pero que me parecía que lo podía resolver perfectamente. Teníamos pocas horas y el tiempo apremiaba para una serie de escenas que son el presente de la historia y neurálgicas en la trama de la película. Y lo que resultó -como siempre en Brisas- fue mejor de lo que esperábamos. Gastón y Celia coincidieron en el tono y la tensión que la escena necesitaba con los tiempos exactos y los silencios necesarios. El entendió perfectamente nuestra forma de trabajo y con un profesionalismo que solo tienen los muy buenos actores procesó el personaje y el mecanismo necesario para resolver cada escena siguiendo las pistas que el guión le había dado. En estos casos desde mi lugar de director lo que hago es hablar de los pequeños matices y de las sutilezas porque el resto ya está incorporado en el actor. De esta manera podemos ir hacia lugares más exactos y específicos como ser una mirada en un momento clave o una pausa acompañada de un texto inexistente pero que todos lo podemos leer.
La calle está afuera, hace frío. En el patio de mi casa también hace frío pero no se siente. Fiesta de fin de rodaje. Giran discos, vinilos primero y luego la música comprimida que sale del Ipad o de la Mac y que se mezcla tema por tema para que todos bailen. Todas. Todos. O casi. La asistencia perfecta es improbable en una fiesta, salvo para los que tienen motivos reales para festejar. Una pata de ternera que se devora durante la noche, la bebida que se consume y las botellas vacías de fernet, campari y vino ruedan por el piso mientras la bolsa de hielo se transforma en agua helada. La música va desde LCD Soundsystem a Los Fabulosos Cadillacs, pasando por Michael Jackson, Daft Punk, Los Ramones, música disco, Soda Stereo, Charly, Pericos, Carlos Vives y tantos otros. Al principio la música se elige con detenimiento y después lo que importa es solo el festejo, por lo tanto la elección de los temas se analiza en relación a la capacidad que tenga ese sonido de hacer mover el cuerpo de las fieras que no paran de saltar. Una fiesta familiar con matices. La familia que te acompaña por ese par de meses hasta ese día que coincide: la última toma con la fiesta. Pasaron las 2 o 3 de la mañana. Una guitarra desafinada que se afina y el intento de que las cuerdas suenen como tienen que sonar mientras la otra música, la de los parlantes, mantenía a los invitados a pocos centímetros del piso. Y la guitarra se enchufó al amplificador y con unos pocos acordes de fondo Popono hizo su mini recital y más tarde los discos siguieron girando. La noche se alargó después de la noche y poco a poco la casa fue quedando casi vacía y los que sobrevivimos para ver como el día se filtraba por puertas y ventanas escuchamos la voz cálida de Lana del Rey y su Ultraviolence para después pasar a una playlist-lenta de los 60-70-80 de temas pop que me funcionan como contraposición de la suciedad punk que quiero para Brisas Heladas: I´m Not In love de Ten CC, If You leave me now de Chicago, Nobody does iy better por Carly Simon, The look of love por Dusty Springfield, Walk on By por Dionne Warwick o I don´t want to talk about it por Rod Stewart. Al escuchar estos temas con la mañana invadiendo la casa y compartiendo los últimos tragos, tomé consciencia del final y de cierta angustia que nos invadiría cuando esas copas quedaran vacías, cuando la felicidad del fin de fiesta se transformara en la soledad del día por venir. Allí, entre las 6 y las 8 de la mañana posiblemente hubiera querido que Brisas Heladas fuera una mezcla de la película Once con algo de Letra y Música. Alguna vez podría hacer una peli romántica en donde se escuchen canciones pop a lo largo de todo el film, pero no se si me saldría. Ante eso la playlist y la propia vida. Brisas es otra cosa. Jack Daniels, Jameson y la visión del desorden como un signo de ese buen momento.
Hace una semana del viernes. El tiempo veloz. A la playlist le agregué los temas de Guardianes de la Galaxia, todos de los 70/80. ¿Por qué en varias películas de los últimos años miramos hacia allí, hacia la estética, la música o la reconstrucción de los 70? ¿Será nostalgia o rescate de algo bueno? a veces pienso que es nostalgia pero cuando mi hijo de 6 años junto a un amigo cantan y bailan Hooked on a Feeling incluso antes de ir a ver Guardianes… es porque esa canción todavía mantiene algo que está fuera de época y quien diseñó esa banda de sonido supo encontrar un punto de encuentro entre los más viejos y los pequeños. Aciertos del arte o de la industria, me inclino por la industria… but i like it.
Tengo una bala en el bolsillo, una bala de salva, una bala estallada, una bala de Brisas Heladas. Tengo una bala en el bolsillo y es un amuleto o algo parecido. porque no es cualquier bala.
Y hay una canción para Brisas Heladas que habla de piernas largas que huyen de la sangre, de cuatro disparos, de piernas largas que mienten, de una carretera que se ensancha para poder escapar, pero todavía no sé si se podrá cantar o simplemente recitar. El sonido es de una guitarra distorsionada, un sonido sucio que puede remitir tanto a Link Wray como a The Dead Weather y un toque de Sonic Youth (que se lo debo a Nora Lezano).
Ya tengo a Brisas en la computadora para verla, por partes, despedazada, a la espera de sentarme a editar y a buscar algo que seguramente todavía no he visto pero que sí he filmado. La película comenzará a cobrar una dimensión diferente y por eso en estos días no me he animado a ver nuevamente las tomas o el armado en borrador de algunas escenas. No he querido verla porque seguramente me pelearé con Brisas para luego enamorarme de Brisas hasta que encuentre el punto justo que no debe ser el amor incondicional (nunca lo aconsejo) pero tampoco una mirada extremadamente autocrítica. Escribir sobre Brisas me permite acercarme mejor a la película, ya que puedo pensarla con un poco de distancia para poder discernir lo que la película necesita.
Viene una etapa de ansiedad, de saber o de no saber lo que sucederá cuando la pantalla se llene con el cuerpo de Mabel y Bruno, cuando las butacas de las salas se completen o cuando sean espacios desolados. El stress del cine ataca con fuerza en el momento del estreno, cuando comprás el diario del jueves o lo buscás por internet para ver las estrellitas, las sillitas o los puntitos que te tocaron. Y juro estreno tras estreno que no estaré pendiente de eso, pero bueno… el director que diga lo contrario es probable que mienta. Mientras tanto, ahora, el papel en blanco llama, pide que vuelva a empezar a llenar con palabras lo que en un futuro puede ser una nueva película. Hay guiones en carpetas guardadas en DOCUMENTS o DOCUMENTOS, hay ideas que me seducen, hay proyectos que aparecen en el horizonte y otros que ya empezaron a moverse. El tren no para, de eso se trata.
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Gustavo Postiglione
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BRISAS HELADAS, PELICULAS