Brisas Heladas está por empezar a recorrer sola su camino, me queda poco y a su vez me queda mucho. Ahora la distancia para mirar un poco de lejos o cerrar los ojos y dejarme llevar por otras imágenes, por otros carriles que me transporten a espacios que me puedan sorprender o de los que el registro de mi cotidianidad no me permitió advertir. ¿Donde está el detalle? Una mirada o la otra y la simple razón que nos lleva una vez más a dudar. La duda no es un beneficio, aunque a veces la queramos ver así. La duda es una debilidad necesaria. Pero a veces hay ojos que nos miran desde otra época que se hace presente en el presente como si fuera el aviso de algo que nos olvidamos en el fervor de una subida extrema donde la adrenalina y el éxtasis se llevaron todo puesto y las cámaras y los flashes nos hicieron creer que el mundo era nuestro, que podía ser por unas horas el rey de este lugar. Y de repente el espejo te habla como en el video Thursday Child de Bowie, aunque esto ya lo escribí alguna vez, ese video me pegó un día en que lo ví en el cuarto de un pequeño hotel en Villa María o un lugar por el estilo, estaba de gira con una película y el momento en que los tres o cuatro espectadores que me esperaron para un desabrido debate sumados al Duque Blanco que me hablaba desde esa canción, me quedaron grabados o mejor dicho impresos en mi memoria. La vida como suma de detalles, algunos tan insignificantes que ni sabemos por qué están ahí. Y de repente una foto me habla hoy, pero la voz llega desde otra época y yo como un idiota no me había dado cuenta. La fotografía narra, relata una historia que creo conocer o que invento, una historia de esas que solo pasan en las películas o en cierta literatura popular y podemos usar el slogan de TNT si pasa en las películas pasa en la vida ¿o será al reves? si pasa en la vida pasa en las películas. O quizás mi vida a veces se parece mucho a una película y necesito tomar alguna dosis de realidad para no confundirme y poder detectar esa delgada línea roja que separa la ficción de la ficción.
¿Qué hay detrás de eso ojos que miran a un punto que no sé bien cuál es? ¿mirará a un hombre?¿a un niño? ¿a su tía o su tío? ¿a un amante? ¿a un turista al que le pidió que le tome la foto? la mirada va en dirección de la cámara aunque tiene una sutileza en donde podría decir que la mira sin mirarla aún sabiendo que sus ojos están depositados allí. Esos ojos tienen un dejo de tristeza o mejor dicho de melancolía como si estuviera viendo que algo se va y sin embargo sonríe, pero es una media sonrisa, una bella sonrisa que acompaña la melancolía de los ojos y el pelo que brilla con el color del sol del atardecer y no porque veamos el atardecer sino porque ese rostro tiene la belleza de un atardecer al lado de un gran desierto o de una inmensa pradera. Mujer en rojo que podría haber sido la compañera de James Dean en Al Este del Paraíso en lugar de Julie Harris con esos colores rabiosos propios del Technicolor en Cinemascope, aunque esa sofisticada belleza le hubiera puesto los pelos de punta al viejo Hitch a tal punto que podría haber echado por tierra a su colección de rubias encabezada por Grace Kelly. STOP. Cambio de track. Hay otra foto como tomada en un calculado descuido y en donde ese rostro en un movimiento que se adivina pero que no termina de detectarse es de un blanco y negro propio de un film indie neoyorquino, como si hoy Gena Rowlands irrumpiera con la fuerza de Faces, pero la chica de esa foto tiene una contemporaneidad que deja atrás al querido Cassavetes y se impone como un modelo cool pero con sustancia y de nuevo la delgada línea o la frontera que marca los límites o el despojo y la libertad de salir de las convenciones y los rótulos.
Hace unos cuantos años en un extraño fin de semana de un frío invernal-infernal a los pies de montañas a las que llegué luego de haber atravesado el océano dos veces en menos de 15 días me encontré con un recuerdo del presente que se proyecta hoy como una nueva y fascinante combinación entre un film inasible, un encuentro explosivo y el placer de mirar esa extensa pradera o desierto y encontrarme con ¿la mirada de Venus? o ¿con la encarnación de la Venus de Velázquez que nos da la espalda y que solo podemos ver en el reflejo del espejo proponiendo un encuadre cinematográfico adivinando el cine casi trescientos años antes? . Yo tenía mucho más pelo y me vestía bastante mal, hoy perdí un poco de pelo pero creo que gané en elegancia, aunque esto no tiene mucho que ver con nada.
Era el fin de siglo y lo que suponía un cambio de paradigmas lo veníamos haciendo desde un tiempo atrás, pero no fuimos legitimados en el momento exacto por más que nos hayan invitado a almorzar a la televisión. Algo estalló y nos perdimos en el humo y elegimos los caminos que el destino estrellado nos marcó y cuando reparé en que el rostro del presente/pasado/futuro podría haber hecho sucumbir o enamorar al lente de la cámara no había forma de saberlo ya que Facebook todavía no existía.
Entonces ahora es el momento de averiguar si esa extraña magia es un deja vu de algo inexistente o la real posibilidad de que hay caminos que indefectiblemente se tienen que cruzar.
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Gustavo Postiglione
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